| Nos resta una discusión
sumaria en torno a la felicidad, puesto que la colocamos como fin de todo lo
humano. Nuestra discusión será más breve, si resumimos lo que hemos dicho.
Dijimos, pues, que la
felicidad no es un modo de ser, pues de otra manera podría pertenecer también
al hombre que pasara la vida durmiendo o viviera como una planta, o al hombre
que sufriera las mayores desgracias. Ya que esto no es satisfactorio, sino que
la felicidad ha de ser considerada, más bien, [una actividad] como hemos dicho
antes, y si, de las actividades, unas son necesarias y se escogen por causa de
otras, mientras que otras se escogen por sí mismas, es evidente que la
felicidad se ha de colocar entre las cosas por sí mismas deseables y no por
causa de otra cosa, porque la felicidad no necesita de nada, sino que se basta
a sí misma, y las actividades que se escogen por sí mismas son aquellas de las
cuales no se busca nada fuera de la misma actividad. Tales parecen ser las
acciones de acuerdo con la virtud. Pues el hacer lo que es noble y bueno es
algo deseado por sí mismo. Asimismo, las diversiones que son agradables, ya que
no se buscan por causa de otra lo cosa; pues los hombres son perjudicados más
que beneficiados por ellas, al descuidar sus cuerpos y sus bienes […].
La vida feliz, por otra
parte, se considera que es la vida conforme a la virtud, y esta vida tiene
lugar en el esfuerzo, no en la diversión. Y decimos que son mejores las cosas
serias que las que provocan risa y son divertidas, y más seria la actividad de la
parte mejor del hombre y del mejor hombre, y la actividad del mejor es siempre
superior y hace a uno más feliz. Y cualquier hombre, el esclavo no menos que el
mejor hombre, puede disfrutar de los placeres del cuerpo; pero nadie concedería
felicidad al esclavo, a no ser que le atribuya también a él vida humana. Porque
la felicidad no está lo en tales pasatiempos, sino en las actividades conforme
a la virtud, como se ha dicho antes.
Ética a Nicómaco, X, 6, 1176a-b y 1177a. |